La novela fue editada por El Gran Pez y su autor es tan enigmático como la propuesta narrativa. Yuri V, ¿personaje o autor?, aparece -de la nada- y desaparece -como si nada- una vez terminada su labor.
Por Dante Galdona
Es común que quien relata un accidente de tránsito caiga en la remanida frase “apareció de la nada”.
Quien explica la ausencia de alguien lo hace con semántica inversa: “desapareció como si nada” y quizá agregue “sin dejar rastros” o “se lo tragó la tierra”.
Yuri V aparece para escribir una historia, muchas historias, de la nada. Historias de la nada de un tipo que aparece de la nada. Parece hilarante y lo es.
Casi con un guiño a Cortázar -asumo plenamente la responsabilidad de tal circunstancia quizá errónea-, se trata de distintas historias con las que el lector se identificará más o menos, con la posibilidad de elegir una de ellas como principal, y disfrutar los intermedios con las demás. Así, mientras se espera por los acontecimientos de nuestros personaje favoritos, nos perdemos en el placer de las demás historias que ofrece el rizoma. Cualquier línea es válida y todas llevan a un mismo lugar, todas confluyen en varios niveles narrativos, pero sobre todo en el placer de leerlas.
Polifónica o deleuziana, colaborativa o experimental, minimalista o microfocal: incógnitas que el lector deberá plantearse de entrada y, a medida que viaja al espacio sideral de las páginas, irá concluyendo. O tal vez dando letra a un nuevo crisol de pequeños relatos fundidos en un mismo libro que hacen una novela.
Natural que Mar del Plata sea el escenario, porque un crisol similar fue conformando la Mar del Plata histórica y, por qué no, la geográfica: inmigrantes de distintas nacionalidades que fueron conformando el silencioso entramado de culturas, migraciones internas al calor de las oportunidades de verano que se extienden al resto del año, estudiantes y visitantes que deciden quedarse, jubilados a la búsqueda de paz y seguridad, todas personas que ven en la ciudad una especie de paraíso terrenal.
En cuanto a las migraciones intergalácticas, parece ser que Mar del Plata también ofrece sus atractivos. El personaje Yuri V y los suyos han puesto el ojo -en rigor, no sabemos si su especie tiene ojos- en la perla del Atlántico. En cuanto al Yuri V autor, nada se sabe de sus orígenes ni de su paradero, solo que ha dado nombre al autor de “Todos se escondieron ya”.
¿Quién es Yuri V? No lo sabemos y acaso eso deja de importar una vez adentro del libro.
Quizá como personaje haya dejado algunos mínimos rastros. Con seguridad, el personaje principal menos principal de la literatura de ficción. Es un destello en varios sentidos, es el creador de una trama en la que casi no aparece pero sin el cual la trama no tendría sentido, es casi una asuencia que le da sentido a todo lo que pasa, y ni siquiera configura una guiño a Beckett y su Godot, pues casi no se habla de él.
La música tiene un rol en todas las historias -el título del libro es un verso de una canción de Él mató a un policía motorizado-. Hay un universo sonoro que acompaña cada una de las “tranche de vie” y los capítulos se solapan y cuentan esa aparente nada en la vida de los múltiples personajes que, secundarios en una línea dramática, se vuelven principales en otra. Conectan con el rizoma deleuziano para sorprender al lector, avisando que acá no hay ni principal ni secundario, ni acción ni descanso, sino un caótico e informe paso de las horas hacia una conclusión, un cese, un agotamiento natural de una trama que, si no fuera por que el libro concluye físicamente, esperaríamos la siguiente página con la premisa de que lo que pasa seguirá pasando.
La satisfacción es que el libro nos prepara para salir a la ciudad a reconocer en cada punto de ella una microhistoria de Yuri V, o quizá al mismísimo y enigmático autor no personaje.
Mar del Plata es feliz aún con muertos en baúles de autos, niñas que se pierden en la playa, policías corruptos, hampa, drogas, lavado de dinero, Alzheimer, desamores. Mar del Plata se ríe igual.
Sabrá Yuri V por qué línea del rizoma crecerá otra planta, erguida al cielo buscando la luz del sol o, quizá, la conexión intergaláctica que necesita su gente para realizar el tan ansiado viaje.